El talento precoz y los genios por obligación.

25 Octubre 2016

Estas últimas semanas hemos presenciado el debut del jugador de Costa de Marfil , de 13 años de edad, con el equipo filial sub-20 del Celtic, siendo el jugador más joven en debutar con esta edad.

Otros han sido los jóvenes jugadores, caso de Odegaard, Bojan, etc… que han mostrado un juego alegre, contagioso y descarado y han mostrado una madurez impropia a su edad. Y, seguramente aviva la esperanza de muchos padres a que su hijo pudiera estar en su lugar.

Pero…surgen los interrogantes y una buena oportunidad para reflexionar de la realidad que nos encontramos en el fútbol base:

  • ¿es adecuado adelantar la formación de los jugadores?
  • .¿Es lícito hipotecar el futuro desarrollo evolutivo del jugador poniendo énfasis en una única potencialidad?
  • ¿Se pueden ignorar o desatender otras inquietudes o necesidades del joven jugador?
  • ¿Es el mejor camino para lograr el éxito en el deporte la especialización temprana?

José Carrascosa, es un prestigioso psicólogo deportivo con más de 20 años de experiencia en el fútbol, que trabaja con diferentes equipos de la 1ª y 2ª división española y un buen número de deportistas. Desde hace un año y medio está implementando el Programa “Aprende a competir” en Primer Toque C.F. un programa de mejora de las competencias emocionales basado en dotar al jugador de las herramientas y recursos adecuados para gestionar eficazmente las emociones y lograr en fútbol base un mejor rendimiento en la competición.

¿Qué es un talento precoz? ¿Hay tantos como se quiere ver? ¿Cómo se trabaja con ellos? El talento deportivo puede estar en el ADN del bebé en forma de predisposición para la actividad física o el deporte. El talento del futbolista tiene relación con una excelente coordinación visomotriz que le predispone a manejar el balón con gran habilidad.

Sin duda, los genes de este bebé son portadores de otros muchos talentos o inteligencias múltiples, de otras potencialidades. Las razones están muy estudiadas:

1. Disfrutar o pasárselo bien.

2. Sentirse competentes en el deporte elegido.

También se sabe que la razón por la que abandonan el deporte es la falta de disfrute, la ausencia de emoción, la poca identificación con el grupo, en definitiva la frustración y el estrés. Entre los factores relacionados con el agotamiento o “bournaut” en los jóvenes deportistas, figuran: 

1. Las expectativas muy elevadas, tanto auto-impuestas como impuestas por los demás.

2. La presión de los padres.

3. La actitud de ganar a toda costa…

Actualmente existe obsesión por el rendimiento. Cada vez se pretende detectar de forma más temprana el llamado talento precoz. Hay una guerra por captar a los “mejores” y no hay ningún miramiento en apartarlos o prescindir de ellos si la progresión no es la esperada. No se repara en el coste emocional o personal para el niño. Padres que buscan agentes para que gestionen la carrera deportiva de su hijo, agentes que compiten con otros agentes por hacerse con el niño que más destaca, clubes que pelean con los agentes y con otros clubes por fichar a un posible talento precoz.

Hay una tendencia absurda en muchos Escuelas de Fútbol, llamadas de élite, de someter al niño a mucho estrés para que se acostumbre a convivir con él. En medio está el niño, él sólo ante un panorama devastador. Todos dicen que le defienden pero nadie repara en exigirle hasta exprimirlo o en dejarlo tirado si no responde a las expectativas.

Muchos de ellos son arrancados de su entorno familiar y social, debiendo alejarse de sus padres, hermanos, amigos… ¿Qué pasa con esa inmensa mayoría de niños que no logran alcanzar el sueño de ser futbolista profesional? ¿Estamos hablando en fútbol de edades muy tempranas, 8, 10,12, 14 años… ¡Niños en pleno desarrollo! ¿Cómo es posible?

Los elegidos, aquellos pocos que llegan tras escalar la pared de una selección donde no hay sentimientos y logran alcanzar su sueño de ser futbolistas pueden acabar viviendo prisioneros de su propio entorno familiar, deportivo, social. No es difícil encontrar futbolistas que viven en una jaula dorada, con familiares al acecho de prebendas económicas que ayuden a mejorar su economía, clubes exprimiendo al futbolista exigiéndole rendir bien un partido sí y otro también, aficionados y medios de comunicación con los que hay que convivir a diario.

Entonces jugar deja de ser una ilusión y se pierde el disfrute intrínseco, jugar bien se convierte en una obligación. No es fácil ser futbolista de éxito, centro de todas las miradas. La realidad es que muchos niños se quedan en el camino y los poquísimos privilegiados que llegan ¿en qué condiciones lo logran? Hace falta una reflexión. Merece la pena hacerla. Solo un porcentaje reducido de niños dispone de madres y padres que permanecen sensatos ante la excelencia deportiva apuntada en su hijo. Son pocas las familias que priorizan el desarrollo personal sobre el posible pero muy difícil éxito deportivo.

Me niego a llamarlos “jóvenes futbolistas” pues solo son niños en proyecto de ser personas. Jugar al fútbol solo es una faceta más entre otras muchas, como el estudio, los amigos, la familia, otras aficiones…

Apostar por ser futbolista profesional debería ser decidido por  el interesado a una edad en que sea capaz de tomar este tipo de decisiones, no antes de los 15 o 16 años. Hasta entonces debe ser un chico que juegue al fútbol a la vez que siga siendo un joven como otro cualquiera. No debe renegar de la condición de joven para ejercer la de futbolista precoz.

No hay futbolista si no hay persona. Capar el desarrollo personal, hipotecar a la persona en función de ser un buen “esto” o lo “otro”, no lleva a ninguna parte, ni siquiera al futuro. Y si a pesar de todo se consigue llegar posiblemente no se sabrá gestionar el éxito profesional, que no personal.

La especialización temprana en el deporte o en cualquier otra disciplina  conlleva muchos y graves riesgos para el desarrollo integral. Bloquea el desarrollo de otras inteligencias, supone un peaje emocional enorme y pone en riesgo el desarrollo del talento sobre el que se apuesta. Los genios por obligación dejan de ser genios o corren un serio riesgo de acabar siendo juguetes rotos.

Autor: José Carrascosa

 

 

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